La Casa del
Inquisidor
Este museo está inspirado en
Santa Inquisición, institución fundada en Francia en el siglo X en la Edad
Media con fines de castigar a toda aquella persona que estuviera en contra o
practicara acciones que no fueran de acuerdo a las enseñanzas de Dios.
En este lugar se realizan
recorridos de lunes a viernes, de 12:30 de la tarde a 8:30 de la noche, sábados
y días festivos de 10 de la mañana a 9 de la noche y está ubicado en la Avenida
Hidalgo 310 Centro Histórico, Zacatecas. Esta casa se utilizó para que la orden
de los dominicos (sacerdote de la orden dominical) mismo que se encargaban de
juzgar y castigar a los herejes por medio de técnicas y prácticas de tortura.
En esta casa se
llevaron a cabo juicios pequeños y torturas menores, los juicios más graves se
llevaron a cabo en el hotel “Casa Santa Lucía” ubicado a un costado de la
Catedral de Zacatecas. En la fachada de este hotel se encuentra plasmada una
placa conmemorativa de cuando fue colgada la cabeza del líder independista Miguel
Hidalgo y Costilla (Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y
Villaseñor).
En una de sus salas representan el
juicio contra una mujer acusada de brujería en donde un dominico participaba
como juez, en la escena se encontraba un reloj con el cual medían el tiempo de
un juicio, una biblia escrita en latín, una representación de La Virgen del
Patrocinio, también había dos urnas: una con una daga, que si era tomada
representaba que la persona era culpable según el criterio del juez, si éste
tomaba la llave la persona era libre.
Uno de los principales elementos
representativos que se observan en este museo son las máscaras; existen tanto
para hombres (con un peso de 3 a 4 kg) como para mujeres (con un peso de 5 kg),
a éstas se les consideraba más pecadoras que al otro género porque según la
Biblia ellas decidieron pecar. Dentro de las principales máscaras para ambos
sexos se encuentran: la máscara de la mujer chismosa y la máscara del hombre
infiel, ambas llamadas “Máscaras de la vergüenza”.
Según la Santa Inquisición el uso
de aparatos de tortura, la mayoría de éstos tenían el objetivo de desangrar de
la forma más rápida al condenado pues se tenía la creencia que entre más rápido
se desangraba el condenado, más rápido era el proceso de purificación.
En otra sala del museo se encuentra
la silla Cataluña, por lo general era un instrumento de tortura solicitado por
los condenados que tenían un cierto nivel económico, pues este instrumento era
de uso privado, para de esta forma conservar el honor familiar y ocultar su
pena para no que no fuera expuesta a la sociedad.
Otro instrumento de tortura era la
Rueda de San Andrés que consistía en atar de las extremidades superiores e
inferiores al posible condenado, pues lo que se buscaba era hacer confesar al
individuo a toda costa, fuese culpable o no; pues al girar la rueda el pecador
era zambullido en una pila de agua
sucia, excremento y restos de huesos de otros que habían pasado por tal tortura, sin embargo si el presunto culpable
confesaba, todavía le esperaba una serie de torturas girando la rueda hasta dar
su último suspiro.
El cinturón de castidad era un
artefacto empleado por las mujeres casadas, pues sus maridos les tenían
bastante desconfianza, ya que por lo general la mayor parte de los hombres de
aquella época iban a la guerra y comúnmente ya no regresaban, es por ello que a
dichas mujeres se les fuera obligado a portar un cinturón de cobre que les
provocaba infecciones graves, pues no se lo podían quitar, ya que constaba de
una cerradura en donde el marido le colocaba un candado que se lo retiraba
hasta el día de regreso del marido.
El aplasta cráneos, era un
mecanismo que consistía en aplastar la cabeza del penado hasta conseguir romper
la mandíbula, y hacer que los ojos se desorbitaran de sus cuencas y el cerebro saliera por donde
pudiera. Esta práctica sirvió de antecedente para la creación de la imprenta,
pues el creador de la misma (Gutenberg) tomó como base este mecanismo para la
impresión de tinta en el papel pues él decía “Manchemos los libros de tinta en
vez de los huesos de sangre”.
Los caldos de agua era una forma de
hacer sentir el infierno a brujos y hechiceros, pues eran obligados a
introducirse en grandes ollas de agua calentadas con leña verde, ya que éstas
eran calentadas hasta tal punto de que deshacían el cuerpo de la víctima,
creando así un pozole de huesos, carne y sangra humana. Se dice que éste es un
pozole porque en náhuatl esta palabra significa “carne del sacrificado”.
Sillas de tortura: Estas eran unas
sillas que contenían en todas sus superficies clavos, las cuales se encajarían en
la persona que estaría siendo torturada, e incluso algunas las calentaban para
que los clavos entraran a la piel con mayor facilidad, lo cual era bastante doloroso
por que las sillas contenían más de mil ochocientos clavos.
También durante el periodo de la inquisición
existieron hogueras este era un castigo para las brujas las cueles se exponían en
plazas públicas mientras eran consumidas por el fuego.
Durante el museo se exhibe unas réplicas
de momias que se encontraron en parroquias, las cuales nos hablaban que entre más
cerca se encontraba el cuerpo al altar, con mayor facilidad se podría llegar al
cielo
Gente
Sillas con más de 1 mil 800 clavos, máscaras de tortura,
látigos y otros instrumentos de crueldad se exhiben en el Museo La Casa del
Inquisidor, en la vía principal del Centro Histórico, la avenida Hidalgo.
La visita guiada comienza con una breve explicación sobre
los juicios a los que eran sometidos no solo los herejes, sino también personas
que cometían delitos, como mujeres o enfermos mentales y que sufrían torturas
con diversos objetos para confesar su falta.
Los objetos que se muestran van desde máscaras que
atormentaban a quienes las usaban, cinturones de castidad, torniquetes para la
cabeza o los nudillos, hasta los calabozos, las celdas de exhibición pública y
la hoguera.
Tales tormentos provocaban no solo el sufrimiento de los
condenados, sino que prolongaban la agonía en medio de infecciones,
desangramientos, asfixia y dolores intensos causados por los largos periodos en
una posición rígida.
Además de una muestra de estos artilugios, el museo tiene
una sala dedicada a las momias encontradas en el Templo de Santo Domingo, en la
capital del estado.
También se encuentra la momia de Joseph Medrano, la segunda
mejor conservada en el país.
La entrada tiene un costo de 40 pesos para adultos y de 30 pesos para niños y adultos mayores, con descuento especial para grupos
escolares.
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