viernes, 7 de octubre de 2016

Reporte del museo de la Casa del Inquisidor


La Casa del Inquisidor
Este museo está inspirado en Santa Inquisición, institución fundada en Francia en el siglo X en la Edad Media con fines de castigar a toda aquella persona que estuviera en contra o practicara acciones que no fueran de acuerdo a las enseñanzas de Dios.
En este lugar se realizan recorridos de lunes a viernes, de 12:30 de la tarde a 8:30 de la noche, sábados y días festivos de 10 de la mañana a 9 de la noche y está ubicado en la Avenida Hidalgo 310 Centro Histórico, Zacatecas. Esta casa se utilizó para que la orden de los dominicos (sacerdote de la orden dominical) mismo que se encargaban de juzgar y castigar a los herejes por medio de técnicas y prácticas de tortura.
En esta casa se llevaron a cabo juicios pequeños y torturas menores, los juicios más graves se llevaron a cabo en el hotel “Casa Santa Lucía” ubicado a un costado de la Catedral de Zacatecas. En la fachada de este hotel se encuentra plasmada una placa conmemorativa de cuando fue colgada la cabeza del líder independista Miguel Hidalgo y Costilla (Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor).
En una de sus salas representan el juicio contra una mujer acusada de brujería en donde un dominico participaba como juez, en la escena se encontraba un reloj con el cual medían el tiempo de un juicio, una biblia escrita en latín, una representación de La Virgen del Patrocinio, también había dos urnas: una con una daga, que si era tomada representaba que la persona era culpable según el criterio del juez, si éste tomaba la llave la persona era libre.
Uno de los principales elementos representativos que se observan en este museo son las máscaras; existen tanto para hombres (con un peso de 3 a 4 kg) como para mujeres (con un peso de 5 kg), a éstas se les consideraba más pecadoras que al otro género porque según la Biblia ellas decidieron pecar. Dentro de las principales máscaras para ambos sexos se encuentran: la máscara de la mujer chismosa y la máscara del hombre infiel, ambas llamadas “Máscaras de la vergüenza”.
Según la Santa Inquisición el uso de aparatos de tortura, la mayoría de éstos tenían el objetivo de desangrar de la forma más rápida al condenado pues se tenía la creencia que entre más rápido se desangraba el condenado, más rápido era el proceso de purificación.
En otra sala del museo se encuentra la silla Cataluña, por lo general era un instrumento de tortura solicitado por los condenados que tenían un cierto nivel económico, pues este instrumento era de uso privado, para de esta forma conservar el honor familiar y ocultar su pena para no que no fuera expuesta a la sociedad.


Otro instrumento de tortura era la Rueda de San Andrés que consistía en atar de las extremidades superiores e inferiores al posible condenado, pues lo que se buscaba era hacer confesar al individuo a toda costa, fuese culpable o no; pues al girar la rueda el pecador era zambullido en  una pila de agua sucia, excremento y restos de huesos de otros que habían pasado por tal  tortura, sin embargo si el presunto culpable confesaba, todavía le esperaba una serie de torturas girando la rueda hasta dar su último suspiro.
El cinturón de castidad era un artefacto empleado por las mujeres casadas, pues sus maridos les tenían bastante desconfianza, ya que por lo general la mayor parte de los hombres de aquella época iban a la guerra y comúnmente ya no regresaban, es por ello que a dichas mujeres se les fuera obligado a portar un cinturón de cobre que les provocaba infecciones graves, pues no se lo podían quitar, ya que constaba de una cerradura en donde el marido le colocaba un candado que se lo retiraba hasta el día de regreso del marido.
El aplasta cráneos, era un mecanismo que consistía en aplastar la cabeza del penado hasta conseguir romper la mandíbula, y hacer que los ojos se desorbitaran  de sus cuencas y el cerebro saliera por donde pudiera. Esta práctica sirvió de antecedente para la creación de la imprenta, pues el creador de la misma (Gutenberg) tomó como base este mecanismo para la impresión de tinta en el papel pues él decía “Manchemos los libros de tinta en vez de los huesos de sangre”.

Los caldos de agua era una forma de hacer sentir el infierno a brujos y hechiceros, pues eran obligados a introducirse en grandes ollas de agua calentadas con leña verde, ya que éstas eran calentadas hasta tal punto de que deshacían el cuerpo de la víctima, creando así un pozole de huesos, carne y sangra humana. Se dice que éste es un pozole porque en náhuatl esta palabra significa “carne del sacrificado”.
Sillas de tortura: Estas eran unas sillas que contenían en todas sus superficies clavos, las cuales se encajarían en la persona que estaría siendo torturada, e incluso algunas las calentaban para que los clavos entraran a la piel con mayor facilidad, lo cual era bastante doloroso por que las sillas contenían más de mil ochocientos clavos.
También durante el periodo de la inquisición existieron hogueras este era un castigo para las brujas las cueles se exponían en plazas públicas mientras eran consumidas por el fuego.
Durante el museo se exhibe unas réplicas de momias que se encontraron en parroquias, las cuales nos hablaban que entre más cerca se encontraba el cuerpo al altar, con mayor facilidad se podría llegar al cielo

Gente  
Sillas con más de 1 mil 800 clavos, máscaras de tortura, látigos y otros instrumentos de crueldad se exhiben en el Museo La Casa del Inquisidor, en la vía principal del Centro Histórico, la avenida Hidalgo.


La visita guiada comienza con una breve explicación sobre los juicios a los que eran sometidos no solo los herejes, sino también personas que cometían delitos, como mujeres o enfermos mentales y que sufrían torturas con diversos objetos para confesar su falta.

Los objetos que se muestran van desde máscaras que atormentaban a quienes las usaban, cinturones de castidad, torniquetes para la cabeza o los nudillos, hasta los calabozos, las celdas de exhibición pública y la hoguera.

Tales tormentos provocaban no solo el sufrimiento de los condenados, sino que prolongaban la agonía en medio de infecciones, desangramientos, asfixia y dolores intensos causados por los largos periodos en una posición rígida.

Además de una muestra de estos artilugios, el museo tiene una sala dedicada a las momias encontradas en el Templo de Santo Domingo, en la capital del estado.

También se encuentra la momia de Joseph Medrano, la segunda mejor conservada en el país.


La entrada tiene un costo de 40 pesos para adultos y de 30 pesos para niños y adultos mayores, con descuento especial para grupos escolares.

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