A partir del siglo XI se produjo en Europa una especie de renacer de todas las actividades humanos, tras los terrores del año 1000. La artesanía se benefició notablemente en este sentido, se crearon así corporaciones profesionales, los gremios, encargados de dirigir y regular las actividades de los artesanos.

El Arte en la Edad Media cubre un arco temporal que va del siglo IV al Gótico Internacional (primera mitad del siglo XV), centrándose en los nexos históricos y culturales, los momentos centrales y las líneas de desarrollo de las artes más significativas durante toda la Edad Media en el territorio de la Europa occidental. La atención prestada a la difusión europea de las grandes corrientes artísticas responde a la convicción de que una verdadera historia del arte medieval no podrá nunca prescindir de ese conjunto de confrontaciones, préstamos y mutaciones que se daban continuamente en esa época entre diversas manifestaciones artísticas y distintos territorios geográficos. De este modo, la atención dedicada a las diversas expresiones de las llamadas “artes menores” (miniatura, orfebrería y marfil) pretende subrayar la importancia que estas tenían por su capacidad de expresar de una manera más rica y significativa el gusto y la creatividad de la época, no por ello sin dejar de ver los máximos exponentes de la pintura y la arquitectura medievales. En resumen, una obra imprescindible para comprender el arte medieval.
En la ALTA EDAD MEDIA, se desarrollaba en los MONASTERIOS, donde los monjes estudiaban y traducían obras religiosas, literarias y científicas de la ANTIGÜEDAD.
Durante los disturbios de la Edad Media, unos cuantos cristianos se retiraron de la sociedad para vivir como ermitaños. Los ermitaños, a su vez, inspiraron a los clérigos a realizar votos de pobreza y de servicio como respuesta a las enseñanzas de Jesucristo. Muchos de estos clérigos formaron nuevas comunidades de religiosos afines que recibieron el nombre de monasterios. El Papa Gregorio alentó la construcción de monasterios por toda la Europa cristiana.
Las tareas de estos monjes se repartían entre la oración, el trabajo y el estudio. Unos monjes trabajaban en los huertos y otros copiaban libros en la biblioteca del monasterio.
Los monasterios eran, pues, centros culturales muy importantes y los monjes eran prácticamente los únicos que sabían leer y escribir.
Naomi
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